29 sept 2009

La dura editorial de Jorge Rial hacia Iliana Calabro y Nazarena Velez

``Maten al Mensajero´´
Desde Primicias Ya, Jorge Rial escribio lo siguiente:

Y el viento los va amontonando en el programa de Tinelli, hoy convertido en la tribuna de algunos de los desclasados del espectáculo. Recurrió a esta estrategia de matar el mensajero Iliana Calabró, cuando mostró al Rossi para neutralizar las fotos de su esposo en las playas brasileras con una chica que no era precisamente la hija del Contra.

Primero dijo, ante el aviso de las fotografías, que seguramente era una de las bellas modelos que lo acompañan en su trabajo internacional. Con sólo ver los retratos cualquiera se da cuenta que a esa chica la palabra belleza le queda grande, como la carterita que colgaba del hombro a un distendido Rossi.

Pero gustos son gustos. Ahora prefiere enfrentar los problemas internos llevando a la tele, como una ofrenda para evitar la crisis, a su esposo en un intentó de hacer creer que todo es una gran patraña y una conspiración contra la figura de Iliana.

Si no era tan importante la situación para qué esa desmesurada puesta en escena que hasta sonó empalagosa. No se los notaba cómodos. En todo caso que Rossi tenga más cuidado cuando sale a matar su tiempo libre en sus labores internacionales.

De paso que se busque una más linda, porque cambiar jamón por paleta no es negocio. Encima se le sumó la eternamente embarazada Nazarena Vélez, hoy un salvavidas de plomo para cualquiera. También ella intentó hilvanar, desde su reconocida precariedad, un canto a la familia mostrando también, sin empacho ni pudor, cómo otra ofrenda a su hijo.

No maten más al mensajero. Que se hagan cargo de sus internas. Una con un marido que se quiso hacer famoso asomando su cara en cada gala pero no se banca que esa efímera popularidad por contagio lo ponga en la mira de la prensa. Si te gusta el durazno bancate la pelusa, dirían mis amigos de Munro.

La otra con un novio más cerca de aparecer en la sección de judiciales que en Telones y pantallas de Clarín. Y con una carrera que se acabo con la rapidez de su ascenso inflado, precisamente, por lo que ahora ella acusa de todos sus males. Por suerte aón no nos hizo responsables de sus supuestos embarazos.

Seremos muy malos pero aún tenemos buen gusto. A llorar a la iglesia, señoras. La culpa no siempre es del otro.

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