
El tema es que el Chato estaba superrelajado, disfrutando de la reunión y jamás pensó lo que pasaría cuando saliera a la calle para volver a su casa. Porque cuando terminó de despedirse de sus amigos y colegas , bajó y se encontró en la calle con que a su auto, un Peugeot 306, le habían robado dos de las cuatro ruedas. Indemediatamente subió y le pidió ayuda a sus amigos y varios productores lo ayudaron y por suerte encontraron una gomería cercana y pusieron las dos ruedas nuevas.
La anécdota suma que el Chato tenía vendido el auto y lo tenía que entregar esta semana, así que en un comienzo se desesperó, pero luego se pudo ir, tardísimo, a su casa y con muchos billetes menos por el gasto sorpresivo de las dos ruedas nuevas.
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