
Continúa...
EsBorrón y cuenta nueva. O algo parecido. Esta noche, Botineras , la tira que emite Telefé con la producción de Endemol y Underground cambiará de rumbo. Desde que comenzó a fines de noviembre, a la telenovela con detalles policiales le costó encontrar el tono y por ende una audiencia fiel. El rating mensual se mantuvo apenas por arriba de los once puntos. Las buenas intenciones del principio, la idea de nutrir a la comedia de incidentes adaptados directamente del mundo real de las mujeres que persiguen y aman a los futbolistas no llegaron a interesar demasiado. Tal vez porque la división entre villanos y héroes es más que tenue en ese universo en el que todos engañan a todos, aun la pareja protagónica que encarnan Romina Gaetani y Nicolás Cabré.
Se sabe, si hay dos cosas que las telenovelas no pueden permitirse es demasiada ambigüedad cuando se trata del buen corazón de sus personajes centrales y la falta de química entre ellos. Ambos traspiés colocaron a la esperada tira en un complicado terreno que Telefé no pisaba desde los tiempos de El capo. Claro que en lugar de levantar el ciclo - un desvío temático y de estilo para los creadores de Lalola y Los exitosos Pells- , el canal y sus productores optaron por relanzarlo moviendo las fichas con las que ya cuentan. Así, desde esta noche, la idea de que la ostentación y la sordidez del mundo de las botineras era material tanto para la comedia como para el romance quedará a un costado.
Todo cambiará cuando se celebre el casamiento entre Chiqui (Cabré) y Marga (Isabel Macedo) y en lugar de brindar por su boda, el novio termine preso por un crimen que no cometió. Mientras que Tato (Damián de Santo), su representante, intenta encontrar al próximo crack para manipular, Laura (Romina Gaetani) investigará que hay detrás del caso de doping y las muertes que rodean a Chiqui.
Uno de los personajes que más sufrirá con el giro del relato será el de Giselle. Aunque, desde el comienzo Florencia Peña construyó una criatura sensible, lo cierto es que su papel nunca pareció encajar con el resto. Tal vez eso cambie ahora que Giselle empiece de nuevo, lejos de las lentejuelas, las extensiones capilares y los estampados estrambóticos que terminaron por agobiarla. Al igual que a Botineras.
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